Ser Mujer

"De las manos del Creador de las maravillas universales salió la obra perfecta que completaría su grandiosa arquitectura: la mujer. De ella nacería la Virgen María.

Y la creó buena y la creó pura.

Le dio belleza, sensibilidad, y un alma rebosante de amor para prodigarlo hasta en los más pequeños detalles, sin que el hombre, acostumbrado a ser servido, repare en el caudal de bondad que soberbiamente recibe.

Al lado de ella el hombre halla calor para las frías tormentas de su vida, encontrando el brazo fuerte y oportuno donde se apoya, cobrando fuerzas al escuchar dulces palabras que fortalecen su espíritu.

Cuando, amargado por los desengaños, perseguido por la envidia, acorralado por el infortunio, se desespera ante la avalancha de fracasos, ahí está la mujer prodigando su fuerza y férrea voluntad, para sobrellevar unidos las azarosas circunstancias.

Ella hace del hogar un místico santuario, creando dulzura y paz entre los suyos, suavizando asperezas, comprendiendo a unos, amonestando a otros.

Ágil administradora del estrecho presupuesto familiar, procura adaptar su conformidad a las exigencias de todos.

Buena para perdonar extravíos, amante para solidificar el amor, conservándolo cálido a través de los años y las fatigas.

A ella, a esta mujer desconocida, sencilla, oculta quizá tras las paredes de su hogar, anónima, cuyo nombre permanece sin aureolas titilantes, debe el hombre rendirle siempre respetuoso reconocimiento a su inmensa devoción por los que ama, y admiración eterna por llevar en el alma un manantial inagotable de ternura".

Daisy C. de Calderón