El Rolls Royce y La Motito

Cuentan que una vez un Rolls Royce, nuevo y extremadamente bonito, se detuvo en un semáforo al lado de una moto muy vieja, sucia y fea. El dueño del carro - que iba en el asiento de atrás - era muy irónico y abrió la ventana y le dijo al de la moto:

- Mejor tome cuidado, pues vi un camión recogedor de basura. Van a llevar su vehículo. Y, riéndose de su mala broma, el auto despegó como un avión cuando el semáforo se abrió, antes que el dueño de la moto pudiese hablar nada.

Aunque, en verdad, él no iba a hablar nada. Estaba acostumbrado con lo que le decían, pero tenía una filosofía: la vida siempre le da a uno lo máximo posible. Su motito era lo máximo y él estaba satisfecho con ella.

Se demoró en llegar a su trabajo, un taller de autos. Tuvo que hacer unas compras aquí y allá y al llegar, cual no fue su sorpresa al ver un hermoso Rolls Royce en frente al taller.

- ¡Ya llegó! - gritó el dueño del taller al joven dueño del Rolls Royce, indicando al hombre que recién bajaba de la moto.

Por un momento, el joven trató de discutir, buscando a otra persona que le arreglara el auto, pero el dueño del taller insistía que ese era el mejor.

Y fue el mejor: descubrió la falla, la arregló en un tiempo récord y le devolvió el auto al todavía asustado joven dueño del Rolls Royce. En un momento cuando nadie más los oía, el mecánico fue y le dijo:

- Le entrego su auto mejor que estaba antes, pero la próxima vez que usted desee comentar algo malo a otra persona, recuerde que la basura no está en el otro, sino en su propia boca.