¡¡¡ Bienvenid@s !!!. Espero que disfruten su paso por este blog personal. Lucio, desde Resistencia, La Ciudad de las Esculturas.
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viernes, diciembre 28, 2007

Álvaro Milagrero

Blind
Lo llamaban milagrero por diversos eventos inexplicables que habían sucedido en el pueblo.

Decían que Álvaro había curado inicialmente a un perro. Después, su vecina, su tía, el hermano de un vecino, su jefe y lentamente la lista iba creciendo.

Con el tiempo, abandonó el trabajo y se dedicó a la curación. Lo llamaban por este entonces "Álvaro Milagrero". Sucede que le daban dinero por esto y lentamente compró una casa - dicen que curó al patriarca de rica familia - un auto nuevo y muchas más cosas.

Sin decir que sus hijos se fueron a estudiar a España y su esposa se iba de vacaciones a Miami. Por todo eso, el precio de los milagros empezó a aumentar - ¡hasta cobraba en dólares!

Fue por estos días que apareció un jovencito. Su mamá lo llevó, pues el muchacho iba perdiendo la visión. Pero, no podían pagar el precio que "Álvaro Milagrero" pedía. Le rogaron, pero no funcionó.

Pidieron a la gente rica que hacía fila afuera, pero nadie se conmovió. Mamá e hijo regresaron a la casa y, dos semanas después, el niño ya no veía nada.

Pasaron los años. Álvaro fue quedando viejo y los milagros ya no funcionaban. Por esa fecha, ya sus hijos estaban graduados; uno vivía en Italia, en alguna parte, y el otro en Londres y le enviaban algo de dinero, aunque no tenían un trabajo bueno - el hijo mayor también trató de ser "milagrero", pero sin resultados. La esposa ya se había ido a otra vida mejor.

Fue entonces que alguien mandó a llamar Don "Álvaro Milagrero". Se trataba de un doctor muy bien de vida, que estaba instalado en el mejor hotel de la ciudad.

Don Álvaro se puso su mejor traje, el que usó para ir a la misa de su señora, y se fue, esperando así pagar unas deudas que tenía. Cuando llegó, tuvo que esperar casi dos horas, pues el "doctor" estaba ocupado.

Supo que era del pueblo, pero se había ido a la capital a estudiar; había logrado una beca para Estados Unidos y era un abogado muy bien conceptuado. Era abogado de gente rica, le dijeron.

Después de unas tres horas, por fin el hombre lo hizo pasar. Don Álvaro entró con su mejor pose, pero se quedó parado a la puerta. Sentado, en frente de él, había un hombre ciego.

El Milagrero sabía que él era ciego, porque tenía como pinta de ciego; pero el hombre sentado le sonreía, como se lo conociera de mucho tiempo.

"Don Álvaro Milagrero", le dijo cordialmente, "por favor, acérquese y siente."

Cuando ya estaba sentado, el abogado empezó.

"¿Sabe usted por qué lo mandé llamar? Es que quería decir que yo también soy milagrero. Usted no recuerda, pero hace muchos años vinimos yo y mi mamá, cuando todavía yo era vidente, a verle. Y usted no quiso atendernos porque no teníamos el dinero.

Mi mamá se quedó tan descorazonada, especialmente cuando yo no podía ver, que me sentí en la obligación de levantarle el ánimo. Empecé, con la ayuda de unos amigos, a investigar y descubrí muchas cosas sobre la gente ciega. Yo no sabía lo cuán capaces podían ser estas personas.

Y me dediqué a estudiar mucho. Aprendí todo lo que podía aprender, me conseguí una beca y hoy vivo muy bien, junto con mi mamá, esposa e hijos, y estoy muy feliz.

Don Álvaro, sólo le llamé porque quería decirle que el verdadero milagro, no es curar a alguien, sino darle una nueva vida, una nueva posibilidad.

Y no se preocupe, que no le voy a hacer nada y tampoco quiero su milagro ahora; simplemente quisiera que, para el resto de su vida, usted supiera que soy feliz."

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