¡¡¡ Bienvenid@s !!!. Espero que disfruten su paso por este blog personal. Lucio, desde Resistencia, La Ciudad de las Esculturas.
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jueves, noviembre 24, 2005

Desde Caracas: Claroscuros De La Pasional Y Luminosa Venezuela

Chaco Día Por Día - Jueves 24 de noviembre de 2005.

Este artículo del escritor chaqueño Mempo Giardinelli, aparece en el número 141 de la Revista Debate, aparecida este jueves 24 de noviembre de 2005.

Este fin de semana regresé a Venezuela después de varios años. Invitado a la Feria del Libro de Caracas, me maravilló una vez más la alegría de ese pueblo —miles de personas circulaban por un parque público, verde y arbolado, lleno de libros y con acceso gratuito— que siempre se sobrepone, cantando y meneando caderas, a sus muchas penurias, naturales y políticas, que de ambas tienen.

Ninguna persona de las muchas a las que pregunté acerca de Chávez se privó de dar su opinión. Ninguno de los taxistas, camareras, vendedores, libreros, editores y público en general, nadie, pero nadie ocultó su pensamiento ni manifestó temor por expresarlo. Igual que la prensa diaria, aquí todos gozan de una impecable libertad de expresión, y la ejercen de modo más irrestricto que en países que pregonan libertad pero censuran y silencian.

Lo que sí llama la atención es la tajante división entre los que admiran a Chávez y los que lo detestan, y sobre todo la intensidad desesperada de esos sentimientos. Encontré sólo dos personas —verdaderas excepciones— capaces de matizar sus opiniones admitiendo logros y a la vez señalando falencias.

En esta ocasión preferí no solicitar entrevista con Chávez (la primera vez, en 1999 y después que asumió su primer gobierno, lo entrevisté junto con el escritor mexicano Carlos Monsiváis).

Pero la experiencia fue igualmente rica porque pude conversar con algunos funcionarios sensatos, capaces de subrayar sin fanatismo los aspectos positivos de ese gobierno de “espíritu peronista”, como lo llaman refiriéndose a las políticas sociales que son verdadera prioridad en un país como Venezuela, riquísimo pero poblado por millones de indigentes y excluídos y con una violencia social abrumadora, así como con algunos críticos implacables y lúcidos, como el reconocido académico de la lengua y periodista Alexis Márquez Rodríguez.

La impresión más fuerte que me llevo es la de una dramática y peligrosa división en la sociedad, una partición en dos mitades aparentemente inconciliables. Quizá éste sea el gran problema del chavismo. Que, como dice Petkoff, “es una fuerza popular, ciertamente, pero no una fuerza integradora de la nación”.

Venezuela esta vez me impresionó, además, como un país que de todos modos se recobra de sus heridas y no está peor que lo que vi en anteriores visitas. El panorama social no cambió demasiado, pero sí cambió. Es indesmentible el impulso estatal por llevar educación y salud a las poblaciones marginales, que componen bastante más de la mitad de la población total (25 millones).

El gobierno alardea —y razón tiene, si los números son ciertos— de las nuevas estadísticas sociales: el analfabetismo parece erradicado, hay vastos sectores incorporados a políticas de salud y la expectativa de vida ya subió a los 73 años.

No obstante, algunos señalan que la extraordinaria riqueza se distribuye poco y mal, y otros señalan que está surgiendo una nueva “boliburguesía” (o burguesía bolivariana), toda negocios y doble discurso. Mientras el golpismo parece sosegado, algunas voces acusan a los partidos tradicionales (Socialdemócrata y Socialcristiano) de practicar una oposición complaciente.

Lo cierto es que no parecen mayoría los que confrontan radicalmente con el gobierno, y es evidente que se concentran en los barrios urbanos más acomodados. No obstante, en Caracas no se tiene la impresión de estar en un proceso revolucionario, ni mucho menos. Salvo entre fanáticos y aplaudidores como tiene todo proceso, y en la retórica oficial, aquí no hay ninguna revolución visible y los shoppings están llenos y lujosos a rabiar.

En todo caso, lo único revolucionario serían las llamadas “misiones”, nombre que se da al fuerte asistencialismo en materia de salud, educación y desarrollo de obras públicas, y que parecen responder a la necesidad chavista de fortalecer su base de sustentación y a la existencia de una masa de dinero formidable para ello.

Sobran temas urticantes, sin embargo: se habla de reforma agraria, de latifundios y ataques a la propiedad privada. Y también algunos dicen que el Estado pretende imponer una especie de patria potestad compartida entre los padres y el gobierno. Todos ellos Cucos de interesada entidad ideológica.

La respuesta del gobierno —que hoy carece de fuerte mayoría legislativa— suele ser su antibushismo fervoroso y oral. Pero la pura retórica, ya se sabe, resulta contraproducente sobre todo cuando parece estar más vinculada a las debilidades que a las fortalezas. Claro que entre los que agitan el antichavismo —con retórica igualmente exagerada y fastidiosa— también hay inflación de propaganda interesada, de la que participan vastos entramados mediáticos.

Lo cierto es que la llamada “campaña imperial contra Chávez”, mentada en el plano internacional tanto por los que lo aman como por los que lo odian, no resistiría dos comprobaciones: el principal cliente de Venezuela es Estados Unidos, país que consume —y paga— millones de barriles de petróleo diarios. Y la para muchos temida presencia cubana no consiste mås que en el millar de médicos y dentistas que trabajan, en las barriadas más miserables, haciendo lo que allí nunca se hizo.

La larga tradición democrática y constitucional venezolana es una de las mejores garantías para que no se desmadren nuevamente las cosas. El recuerdo del golpe de 2002 está vivo y ya demostró que el destino de las aventuras extralegales y la torcida utilización de las fuerzas armadas, azuzadas por el poder mediático en manos del poder económico, sólo sirve para soliviantar a los ricos pero no alcanza para sostener gobiernos espurios. Y Chávez, guste o no, y “por ahora”, como dijo él alguna vez, es un presidente legítimado por los votos.

No es poco, dada la historia reciente de nuestra América

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