Amaneceré Mejor
"Cuando el dolor llegue a tu casa y tú no quieras aceptarlo, no quieras amarlo y te desesperas, acuérdate: el Señor está arando tu campo.
Cuando no tengas más fuerzas para salir a la clara luz del día para ver, contemplar, regar los botones que se están abriendo, acuérdate: el Señor está sembrando tu campo.
Cuando no tengas más ganas de nada y pierdas el sentido de cada cosa; cuando tus manos ya no encuentren más sentido para recoger una flor, para adornar una mesa de cumpleaños con un florero con rosas, a fin de alegrar a un niño;
si algún día no tiene más nada para decir y en tus manos sólo la polvareda de tus días, sólo las cenizas de tus sueños buenos, y en el corazón sólo el vacío de una ilusión, acuérdate: el Señor ordenó que llueva en tu campo.
Cuando el dolor llegue a tu casa y haga de tu cuerpo el nido de un pájaro ausente, robándote a alguien muy querido, dejando en tus brazos la nostalgia de muchos abrazos y en tus pies el abatimiento de una caminata truncada, acuérdate: las semillas que el Señor sembró en tu campo están naciendo, están creciendo.
Cuando el dolor ciego e insensible llegue a tu casa, despojándote, hiriéndote, haciéndote sangrar en una tortura sin fin; cuando venga el ladrón de tus alientos y de tus esperanzas, acuérdate: el Señor está cosechando en tu campo. Tu tierra produjo frutos.
Cuando todo eso te suceda, tú necesitarás saber que la vida es siempre un creer una vez más. Es un acto de esperanza en la semilla que murió en el suelo. Es un acto de fe que se hace a cada paso, hasta el fin.
Cuando todo eso te ocurra; cuando todo te parezca que llegó al final, cree todavía una vez más y da un paso más. Eso significa vivir: superar nuestros cansancios, llevando nuestra cruz con esperanza ...".
J.B. Alves
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