Deber
"Es una palabra que hoy tiene poco éxito. La mayor parte de la gente conoce de esta palabra el lado duro, lejano, severo, amonestador. Pero el deber tiene también otro aspecto, más bien simpático.
El deber es como un espejo. Presenta el rostro de quien lo mira.
A quien lo considera amigablemente, el deber se manifiesta sonriente. Para quien lo lleva en su corazón, el deber le facilita notablemente la tarea, haciéndose ligero.
En cambio, para quien lo considera un peso, le resulta cada vez más duro y oprimente.
Existe un sentido innato de deuda en la certeza del deber: la gratitud. El deber es otro aspecto de la gratitud, y la gratitud nace de la conciencia del don que se nos ha confiado.
En último término, podemos decir que quien no ama el deber no posee el sentido de la grandeza y del valor de la vida. Sólo el aprecio lleva a la gratitud y consiguientemente al deber.
Sonríe a tu deber de cada día".
Pronzato.
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