¡¡¡ Bienvenid@s !!!. Espero que disfruten su paso por este blog personal. Lucio, desde Resistencia, La Ciudad de las Esculturas.
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martes, abril 24, 2007

Déjala Secar

You Suck
Mariana estaba muy feliz por haber recibido, como regalo, un precioso juego de té de color azul. Al día siguiente por la mañana, Julia, su amiguita, vino a visitarla y a jugar con ella, pero Mariana no podía, pues saldría a pasear con su madre en ese mismo momento.

Entonces, Julia pidió a Mariana que le prestara su nuevo juego de té para ella jugar sola en el jardín del edificio en que vivían.

A Mariana no le agradaba la idea de prestar su nuevo juego de té, pero ante la insistencia de la amiga accedió a prestárselo, no sin antes pedirle encarecidamente que tuviera mucho cuidado de aquel juguete tan especial para ella.

Al volver del paseo, Mariana se quedó pasmada al ver su juego de té tirado al suelo. Faltaban algunas tazas y la bandeja estaba rota. Llorando y muy airada, Mariana se desahogó con su mamá:

- ¿Ves mamá lo que hizo Julia conmigo? Le presté mi juguete y ella lo descuidó todo y lo dejó tirado en el suelo.

Totalmente descontrolada, Mariana quería ir a la casa de Julia a pedir explicaciones, pero su madre cariñosamente le dijo:

- Hijita, ¿te acuerdas de aquel día cuando saliste con tu vestido nuevo, todo blanco y un coche que pasaba te salpicó de lodo tu ropa? Al llegar a casa querías lavar inmediatamente el vestido pero tu abuelita no te dejó. ¿Recuerdas lo que dijo tu abuela?

- Ella dijo que había que dejar que el barro se secara, porque después sería más fácil de quitar.

- Así es hijita, con la ira es lo mismo, deja la ira secarse primero, después es mucho más fácil resolver todo.-

Mariana no entendía todo muy bien, pero decidió seguir el consejo de su madre y fue a ver el televisor. Un rato después sonó el timbre de la puerta. Era Julia, con una caja en las manos y sin más preámbulo dijo a Mariana:

- ¿Recuerdas al niño malcriado de la otra calle, el que a menudo nos molesta?. Él vino para jugar conmigo y no lo dejé porque creí que no cuidaría tu juego de té, pero él se enojó y destruyó el regalo que me habías prestado. Cuando le conté a mi madre ella preocupada me llevó a comprar otro igualito, para ti. ¡Espero que no estés enojada conmigo! ¡No fue mi culpa!

- ¡No hay problema!, dijo Mariana, ¡mi ira ya secó!

Y dando un fuerte abrazo a su amiga, la tomó de la mano y la llevó a su cuarto para contarle la historia del vestido nuevo que se había ensuciado de lodo.

Nunca reacciones mientras sientas ira. La ira nos ciega e impide que veamos las cosas como ellas realmente son. Así evitarás cometer injusticias y ganarás el respeto de los demás por tu posición ponderada y correcta delante de una situación difícil.

Acuérdate siempre: ¡Deja la ira secar!
Autor desconocido

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