La Paloma Blanca
Se acercó a mí lentamente y algo cabizbajo, no más de un metro entre su naricita y el suelo. Las manos atrás, en claro gesto de esconder algo ...
¿Usted es el pastor? fue el primer disparo a quemarropa y sin presentación. Se detuvo a unos metros como dispuesto a no acercarse si no recibía contestación.Yo lo miraba fijamente mientras asentía con la cabeza.
Pedro es mi amigo ... y viene a religión; dice que usted le enseñó que el Espíritu Santo es una paloma ... una paloma blanca ...
Y... ¿qué más te contó el Pedro?...
Que usted les lee La Biblia y ellos juegan y se empujan ... y después juegan a la pelota y ... ¿Qué es el Espíritu Santo?... Porque el Pedro dice que es Dios... ¡Qué va ser!...
Ahá ... ¿y a vos que te parece?
¡Eso es un cuento del Pedro! Dios no puede ser una paloma blanca.
Noté que de repente el coloradito bajaba la cabeza y apretaba más contra su espalda aquello que sus manos ocultaba. Lo miré con toda la ternura que me despertaba y nuestras miradas se cruzaron por un fugaz instante.
Le brotó un llanto que, hasta ese momento, había sido contenido. Me apreté a él y lo abracé.
¡Vamos coloradito! ... ¿Qué te pasa?
Yo ... yo maté una paloma blanca, dijo entre sollozos ... siempre le tiro a los gorriones ... pero ¡ni de cerca! ... pero a la paloma le dí justito ...
Dejó caer su cabecita sobre mi rodilla y estalló en llanto. De sus apretujadas manos cayó aquella honda rudimentaria. Dejé de hablar y sólo lo acariciaba. Lo sentía llorar y me angustiaba aquel pequeño.
Me fui perdiendo en imágenes y pensamientos que me surcaban a mil ...
¿Cuantas palomas blancas habremos matado los hombres? ¿Alguna vez lloramos por ello? ¿Una sola vez nos habremos arrepentido?
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