La Difícil Tarea De Cumplir Y Hacer Cumplir La Ley

EDITORIAL El Diario de la Región - Miércoles 17 de agosto de 2005.

La mayoría de los argentinos son transgresores y criticones. Cuestionan todo.
Exceden los límites de velocidad en la calle, en las filas no quieren respetar el turno y buscan colarse, copian exámenes, evaden impuestos, se quedan con el vuelto, viajan sin pagar boleto o buscan entrar a un espectáculo sin abonar la entrada. Los ejemplos abundan y hace unos días se agregó otro hecho a la interminable lista.
Ocurrió en Resistencia. Una patrulla de la comisaría 4ª con asiento en Villa Don Enrique, realizaba una recorrida en el ámbito de su juridicción, en tareas de prevención de delitos. Es lo que piden los vecinos en los Foros de Seguridad.
Los policías advirtieron que dos hombres, a bordo de una moto, transportaban un gran bolso y al ver al móvil de la unidad aceleraron para huir de sus vistas. Los efectivos iniciaron la persecución por dos barrios, hasta que fueron interceptados. La captura estuvo rodeada de un escenario dramático. El conductor de la moto perdió el equilibrio y se estrelló contra un automóvil. Cuando el personal de la repartición bajó para detenerlos, algunos vecinos salieron a insultar y cuestionar el procedimiento. Llevaban cigarrillos que no tenían el aval aduanero.
Inclusive hasta advirtieron a uno de los policías que sería denunciado ante la Jefatura. En ese clima hostil, los servidores públicos debieron cumplir con su labor.
Quien actúa al margen de la ley, sabe a qué se expone y, en algunos casos su conducta suele ser un elemento, que a la hora del juicio puede servir para atenuar la pena. Otros, prefieren desacatar la orden, atacan y hasta lesionan a los policías y dañan los vehículos de la unidad, un bien del Estado.
Lo correcto sería que el malviviente, al ser descubierto, mantenga una actitud pasiva y la gente facilite el operativo. Cualquier duda se debe aclarar en sede policial o judicial, en un ámbito receptivo y predispuesto a atender las inquietudes del ciudadano. Pero, a los gritos, con insultos y amenazas no ayuda a consolidar el camino hacia las buenas costumbres que deben prevalecer en una comunidad organizada. Tratar de imponer la ley de la selva, es fácil advertir el final.
La sociedad en su conjunto debe, y tiene que aprender a ajustarse a las leyes.
Desde los últimos años se vienen poniendo de manifiesto, una agresividad constante hacia todo hombre que viste uniforme. Esa imagen de rechazo que se instaló en la sociedad, está atada al desempeño que tuvieron en la década del 70, y de algunos episodios que alcanzaron gran repercusión, por tener como protagonistas en los escándalos, a hombres fuertes de las fuerzas. Aquellos que decidieron formar parte de una fuerza policial o de seguridad, tienen que ajustarse al rigor que impone no sólo el reglamento interno, sinó la sociedad, cuidando su moral y haciéndose respetar por su virtud. Cualquier distorsión en las funciones y misiones, deteriora y hace perder fuerza de autoridad.
Para muchos argentinos, es una carga respetar y hacer respetar la ley. Pero, los que van por la buena senda, deben tratar de contagiar hábitos de buenas costumbres.